La administración de Joe Biden ha fomentado la peor inflación en más de 40 años en Estados Unidos (8,5%), agravada de forma progresiva porque revirtió la independencia energética estadounidense lograda en el 2019 y durante 11 meses le dio la espalda junto a la Reserva Federal (Fed o Banco Central) al incremento sostenido de los niveles inflacionarios .
Desde febrero del 2021, la Casa Blanca, el Tesoro y el Banco Central optaron por extender –sin necesidad- los programas de estímulo económico implementados por el gobierno del expresidente Donald Trump por la pandemia de COVID-19, que arrojaron resultados formidables y facilitaron una sólida y rápida recuperación.
La venta de bonos del Tesoro o títulos adosados a créditos hipotecarios por un valor de 120.000 millones de dólares mensuales, cinco inyecciones directas de liquidez al sistema financiero y más de 4 billones de dólares en paquetes de estímulo al sector empresarial y a la población fueron algunas de las medidas que hicieron despuntar la economía, en medio de la pandemia.
Las advertencias
Economistas aconsejaron al gobierno de Biden reducir al mínimo estas medidas en el 2021, debido a la enorme deuda pública de $27 billones en ese entonces y al riesgo de desatar una crisis inflacionaria.
La Casa Blanca apenas escuchó y puso sobre la mesa un nuevo paquete de 1,9 billones de dólares para más ayudas y otro de $1,2 billones para infraestructura, ambos aprobados por el Congreso con simple mayoría. Además de continuar con el mismo programa de estímulo económico, cuando la pandemia estaba en pleno retroceso.
A modo de remate, la Casa Blanca emprendió su política de cambio climático y su apuesta por las llamadas energías limpias, contraria a la infraestructura histórica de combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón y otros derivados como la gasolina).
A partir de ese momento, comenzó una imparable tormenta de precios hasta ahora que coloca la inflación en casi 9%, a menos de dos semanas de que concluya abril.
La escalada de los precios del petróleo crearon el efecto dominó en casi todos los productos, cuyos valores se duplicaron y en algunos casos se triplicaron como materiales de construcción, materias primas, embutidos y cárnicos.
La producción automotriz fue impactada en más de un 35% primero por la escasez de semiconductores (chips) y luego por la falta de empleados, lo que provocó el alza de precios de compraventa frente a las bajas cifras de oferta a los consumidores.
Algo similar ocurrió en el sector de la construcción con un costo elevado de las materias primas y retrasos en la distribución; pérdida de empleados y una demanda creciente.
Descontento popular
Los precios mayoristas en marzo de este año registraron un aumento anual de 11,2%, una cifra récord desde que el Departamento del Trabajo reformuló su índice de precios de los productores (PPI) en noviembre de 2010.
La estadística sigue a tres meses de inflación de precios mayoristas por encima del 10%.
La guerra de Ucrania a finales de febrero agravó la crisis inflacionaria y la eliminación en marzo del 2022 de los estímulos federales a la economía ocurrió bastante tarde. La tenue subida de tasas de interés de 0.25% -también en marzo- ha tenido un impacto mínimo hasta el momento, por lo que los miembros del comité de la Fed piden varios aumentos más agresivos de 0.50% y de 1%.
Contra la pared y con un descontento popular histórico en las encuestas, ahora la Casa Blanca intenta paliar la crisis inflacionaria y contrarrestar los efectos de las sanciones impuestas a Rusia por la invasión a Ucrania. Pero no encuentra un plan acertado de respuesta, mucho menos con el nivel de inflación que permitió y en el que se encuentra ahora EEUU.
Rusia es un importante proveedor de cobre, petróleo, níquel y aluminio, mientras Ucrania es una sustancial fuente de hierro, acero y cereales.
Como resultado de las regulaciones comerciales a Moscú y la interrupción de la producción en Kiev, es lógico que esos materiales básicos, combustible y alimentos se encarezcan, al tiempo que se vuelven más escasos. La crisis es ya visible en Europa y se extiende a América.
Para el sector de la construcción en EEUU, este problema se añade a los ya existentes por el retraso en la descarga de buques, atasco en los puertos, escasez de empleados y altos costos de transporte que frenan la distribución. En el 2021, la demora de entrega de esos materiales llegó a sobrepasar los 8 meses.
Rusia produce más de 7 millones de barriles diarios de crudo y Washington exhortó a todos los países aliados de Norteamérica a utilizar sus reservas de petróleo para bajar el precio de los combustibles, al tiempo que anunciaba la liberación de casi el 25% de las reservas petroleras de EEUU (180 millones de barriles).
Las medidas
Los analistas de la industria coinciden en que el uso de reservas no tendrá ningún impacto significativo en el mercado. El ejemplo está en que a poco más de una semana del anuncio de Washington, los precios del petróleo el 14 de abril en las bolsas de Nueva York y de Londres se ubicaban en 106.95 dólares y 111.70 dólares, respectivamente.
La última medida anunciada por Biden es la autorización mediante una orden ejecutiva del 15% de etanol en la gasolina durante el verano boreal.
Los precios de la gasolina llevan 12 meses en aumento consecutivo y ahora es que la administración Biden intenta bajar los precios. La medida sería otra curita a la crisis, afirman expertos.
La Agencia de Protección Ambiental (EPA) emitirá una exención urgente para permitir la venta de gasolina con hasta el 15% de etanol, lo cual usualmente está prohibido entre el 1ro de junio y el 15 de septiembre por mayor contaminación ambiental.
El gobierno asevera que la medida reducirá el precio de la gasolina en unos 10 centavos de dólar por galón en 2.300 gasolineras del país.
La gasolina se vuelve más contaminante mientras mayor sea la mezcla con etanol, además de las advertencias de los ingenieros sobre el daño que causa al sistema de carburación de los vehículos. Pero la desesperación es mayor a medida que se acercan las elecciones legislativas de noviembre, cuyos pronósticos para los demócratas no son halagüeños.
Dictamen OPEP
La peor noticia para la Casa Blanca en estos momentos es que la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) confirmó que no puede suplantar de ninguna forma en el mercado internacional la cantidad de crudo que entrega Rusia.
La otra barrera que se ha levantado contra Biden es la fortaleza del rublo, que ha desafiado las presuntas sanciones implementadas para destruir económicamente al Kremlin.
A finales de febrero, el rublo batió mínimos históricos frente al dólar al cotizarse a 100 rublos, luego a 120… hasta superar los 140 rublos por dólar el 7 de marzo.
Desde entonces, la moneda rusa no ha dejado de recuperar terreno frente a la divisa estadounidense y el 13 de abril se negociaba a 84 rublos. Una semana antes estuvo en los 70 rublos.
El valor del rublo demuestra que las sanciones de Washington y de Europa no están minando la fortaleza rusa, pero sí están creando el caos de suministros y precios vaticinados por directivos de entidades financieras y economistas.
Para Sofya Donets, economista jefe para Rusia del banco de inversión Renaissance Capital, la respuesta está en un superávit comercial sin precedentes.
“Las importaciones de Rusia disminuyeron, mientras que las exportaciones son sólidas. Y con los altos precios de los hidrocarburos, esto se traduce en un superávit comercial estimado de 20.000 millones a 25.000 millones de dólares en marzo”, un récord, según la economista.
“El petróleo y el gas (principales exportaciones de Rusia) siguen fluyendo, lo que llena las arcas del país, al tiempo que sí escasean los productos que antes se exportaban desde la zona en conflicto bélico”.
El tren de la inflación en EEUU, confirman expertos, tomará bastante tiempo en poder detenerlo.
La inacción de la Reserva Federal y el Tesoro, el excesivo y extendido estímulo federal a la economía y las políticas económicas desacertadas de la administración Biden han conducido a una situación caótica en el país, de la cual sólo se saldrá mediante un cambio de rumbo en la estrategia económica de la Casa Blanca.
Fuente: diariolasamericas.com