Fue un partido extraño el vivido entre Túnez y Francia en la última jornada del Grupo D del Mundial de Qatar. Los tunecinos tenían una mínima esperanza de clasificar para octavos a expensas del líder del grupo, ya clasificado, e hicieron todo lo posible por capitalizar esa oportunidad. Mientras, en el otro lado, Deschamps se atrevió a jugar con la tranquilidad que da estar ya en octavos y ser la vigente campeona, y realizó varios experimentos en la alineación.
Como el resultado reflejó al final, dichos experimentos fueron de todo menos productivos, ya que Francia estuvo muy desdibujada y muy lejos de su nivel habitual. Sin ir más lejos, todo el equipo rotó salvo Tchouaméni y el capitán, Raphael Varane, hasta el punto de colocar a Eduardo Camavinga como lateral zurdo. Seguro que Carlo Ancelotti estuvo tomando buena nota del desempeño de su pupilo en una posición totalmente ajena para él.
Más allá de las alineaciones, la sorpresa la empezó dando Túnez bien temprano en el partido. En el minuto 8, un buen centro del capitán tunecino y eventual goleador, Khazri, lo remató de forma acrobática Ghandri dentro del área, pero el VAR dictaminó que se encontraba en fuera de juego. Francia había salido dormida, descolocada ante tanto cambio, y desmotivada, con los deberes hechos. Al principio, se libró del gol gracias al fuera de juego, pero al final acabó pagando su indolencia.
La selección norafricana siguió intentándolo durante el primer tiempo sin premio, pero atosigando a una Francia donde Mandanda fue el gran protagonista, por sus paradas y por convertirse en el ‘Bleu’ más veterano en jugar con la camiseta francesa. No lo pudo celebrar con una portería a cero porque Khazri, el capitán de Túnez, sí logró transformar un gol legal en el minuto 58 que le dio alas a Túnez y les hizo soñar. En ese momento, Australia y Dinamarca empataban, y la selección tunecina estaba en octavos.
Intentando no dar una imagen excesivamente pasiva y perezosa, Deschamps reaccionó y metió a grandes baluartes ofensivos como Mbappé o Griezmann. Este último, además, tuvo en sus botas el gol del empate, literalmente. De nuevo el VAR entró para señalar fuera de juego, aplicando una norma que no tiene mucho sentido pero que rige la regla del fuera de juego actualmente. Griezmann recogió, al venir de fuera de juego, un despeje de la zaga tunecina que el árbitro interpretó como forzado o involuntario, invalidando el gol.
Más allá de las fútiles intentonas francesas, lo más reseñable fue la intensidad y la ilusión de Túnez, que duró hasta que Australia se adelantó ante Dinamarca. Necesitaban un milagro y cumplieron con su parte, aunque no se dio. Al menos, Túnez abandona la Copa del Mundo con la cabeza bien alta, y con una victoria ante la vigente campeona del mundo.